Después de 11.000 años cubriendo a la humanidad, esta fibra regia,
elástica y resistente es cada día más cara y con propiedades más
generosas; la ciencia intenta sacar el mayor partido de sus cualidades y
mejorar los distintos eslabones de su producción.
- Nadie sabe cuándo empezó a utilizarse la lana. Seguramente fue por casualidad que hace unos 11.000 años algún habitante del suroeste asiático, el actual Irak, observó que podía resguardarse del frío con los mechones de pelo de un animal hasta aquel momento sólo considerado como alimento. Hoy, estas fibras son las más apreciadas de nuestra civilización, con innumerables cualidades y aplicaciones. Por eso hay que cuidarlas e intentar sacar el máximo partido de ellas a bajo coste. La lana tiene un alto precio. Su obtención no es barata y los perjuicios medioambientales para ello son elevados: cada tonelada requiere en su procesado 200.000 litros de agua, y en él se generan más de 50.000 de líquidos residuales, muchos de ellos altamente tóxicos.
Lana virgen
La Universidad de Australia Occidental, en Perth, trabaja sobre un robot
capaz de tumbar a una oveja, esquilarla en un tiempo récord quitando
todo el manto prácticamente de una pieza, para evaluar después los
mechones de lana. Igualmente, en la Universidad de Maryland se investiga
un tratamiento para las ovejas mediante un producto derivado de
glándulas masculinas de ratón que debilitarían temporalmente los
folículos donde nacen los pelos, de forma que los vellones se desprendan
con facilidad.
Muchas son las investigaciones destinadas a mejorar la calidad
de estas fibras. Por ejemplo, los productos tensoactivos creados por
los técnicos del Instituto de Investigaciones Químicas y
Medioambientales Josep Pascual Vila de Barcelona consiguen un mayor
grado de humectabilidad de la lana, ideal para prendas deportivas.
Y es que, salvo en el Antiguo Egipto, donde la lana era considerada impura, el aprecio histórico por estas fibras ha sido general hasta nuestros días. En el Antiguo Testamento se encuentran más de 300 referencias a los corderos y a la lana. Sea como fuere, aquel primitivo animal descendiente del muflón sería el que iba a evolucionar hasta convertirse en la pacíficaoveja que hoy conocemos.
Por supuesto, la lana de aquellas primitivas ovejas nada tenía que ver con la actual. Hace milenios, los vellones de estos herbívoros estaban constituidos por dos tipos de fibras bien diferenciadas. Por un lado, unos pelos largos y gruesos en la zona exterior, cuya función era, sobre todo, proteger al animal del viento y la lluvia. Por otro, una lanilla mucho más corta y fina, pegada a la piel y que servia como aislante térmico.
Pero siglos de paciente selección a cargo de los ganaderos hicieron que el ovino se transformara en lo que es hoy, un animal que produce mayor cantidad de lana y de mejor calidad. El vellón actual, a diferencia del antiguo, crece en forma continua y constituiría una carga insoportable para el animal si éste no fuera periódicamente esquilado.
Y es que, salvo en el Antiguo Egipto, donde la lana era considerada impura, el aprecio histórico por estas fibras ha sido general hasta nuestros días. En el Antiguo Testamento se encuentran más de 300 referencias a los corderos y a la lana. Sea como fuere, aquel primitivo animal descendiente del muflón sería el que iba a evolucionar hasta convertirse en la pacíficaoveja que hoy conocemos.
Tintar lanas |
Por supuesto, la lana de aquellas primitivas ovejas nada tenía que ver con la actual. Hace milenios, los vellones de estos herbívoros estaban constituidos por dos tipos de fibras bien diferenciadas. Por un lado, unos pelos largos y gruesos en la zona exterior, cuya función era, sobre todo, proteger al animal del viento y la lluvia. Por otro, una lanilla mucho más corta y fina, pegada a la piel y que servia como aislante térmico.
Pero siglos de paciente selección a cargo de los ganaderos hicieron que el ovino se transformara en lo que es hoy, un animal que produce mayor cantidad de lana y de mejor calidad. El vellón actual, a diferencia del antiguo, crece en forma continua y constituiría una carga insoportable para el animal si éste no fuera periódicamente esquilado.
Sin embargo, y pese a sus muchas cualidades, la lana es una fibra cuya producción se ha estancado. Así, si en los años 80 se producían en el mundo 2.820 toneladas, a comienzos del siglo XXI la producción se ha visto reducida a 2.300. La competencia de los textiles sintéticos ha sido fuerte.
A pesar de todo, los millones de ovejas y carneros que pastan por el
orbe no existirían si en España las ovejas no hubieran sido tan
importantes. Se crearon grandes rebaños trashumantes en Castilla,
Extremadura y Aragón, y los productores, que se organizaban en la Mesta
desde el siglo XIII, gozaron de protección real hasta 1837. Bastante
tiempo después apareció la oveja superstar: la merina. Su mayor auge se
produjo entre los siglos XVI y XVIII, fechas en las cuales se estima que
pastaban en nuestras tierras alrededor de 20 millones de cabezas. Esta
raza era considerada tan importante para nuestra economía que sacar
ejemplares vivos fuera del país se castigaba con sentencias que podían
llegar hasta la pena de muerte. Pese a ello, en la segunda mitad del
siglo XVIII se exportaron algunos ejemplares a Gran Bretaña, Francia y
Alemania, y su número creció hasta dar lugar a prácticamente toda la
producción lanera mundial. Australia -hoy primer país en la obtención de lana-
inició esta industria en 1789 con 29 merinas españolas y, sólo un siglo
más tarde, contaba ya con más de 80 millones. El país tiene hoy más de
70.000 granjas en las cuales unos 180 millones de ovejas producen por
encima de los 600 millones de kilos de lana cada año. Sin embargo, como
acabamos de ver, la madre del cordero es netamente hispana.
Actualmente, se calcula que el 40 por 100 de la lana que se produce en el globo proviene de las merinas, otro 47 por 100 de especies cruzadas con ellas -más de 800 variedades-y un 17 por 100 de ciertos tipos especiales de ovejas y otros animales como el camello, la alpaca, las cabras de Angora, Cachemira y Mohair, la llama, la vicuña, el yak y el guanaco.
La lana sigue en uso |
Actualmente, se calcula que el 40 por 100 de la lana que se produce en el globo proviene de las merinas, otro 47 por 100 de especies cruzadas con ellas -más de 800 variedades-y un 17 por 100 de ciertos tipos especiales de ovejas y otros animales como el camello, la alpaca, las cabras de Angora, Cachemira y Mohair, la llama, la vicuña, el yak y el guanaco.
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